Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más
tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a
nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos
enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído
que
el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más
cruel,
más
hondo… el más injusto. Pasé mi vida amando a una mujer
que
amaba a otro
que no
la amaba sino que amaba a otra de la que
nunca supo
si la
correspondía. Era un
tiempo en el que miraba al
futuro con más
esperanza que
miedo.
martes, 16 de febrero de 2010
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